Las evidencias de su existencia
Sobre muchas de estas maravillas se conserva una breve descripción literaria, pero no su imagen real. Así, del Coloso de Rodas no se sabe exactamente cuál era su apariencia, aunque se tiene una idea aproximada gracias a que aparece representado en algunas monedas de su época; sí se descarta, debido al enorme tamaño que esto supondría, que tuviera las piernas abiertas sobre la entrada del puerto de Rodas, como representaciones posteriores han mostrado. Sobre el Faro y el Mausoleo existen dibujos y descripciones en monedas y del Templo de Artemisa se conoce su diseño con bastante exactitud gracias a la descripción dada por Plinio el Viejo, aunque hay discrepancias respecto a su tamaño.
La existencia de los Jardines Colgantes no ha sido verificada y el que muchos relatos griegos sobre la Babilonia conquistada por Alejandro Magno no los mencionaran hacía pensar que fueron fantasías de los soldados alejandrinos al llegar a las exuberantes riberas del Éufrates, tras haber transitado por inmensas regiones áridas y desérticas en su marcha por el Imperio persa. Sin embargo, excavaciones arqueológicas han encontrado cimientos de una gran construcción y el sistema de riego, a unos cientos de metros de donde los sitúa la tradición iniciada por el historiador griego Estrabón, por lo que su existencia se tiene por probable.
De las siete maravillas sólo tres fueron destruidas por causas naturales: el Faro de Alejandría, el Coloso y el Mausoleo, que fueron víctimas de terremotos. El Artemision de Efeso fue destruido por vandalismo humano, y debemos suponer que otras dos también, los jardines colgantes de Babilonia, reducidos a ruinas junto con la ciudad, y la estatua de Zeus en Olimpia destruida para evitar el culto pagano después de que el imperio romano se convirtiera al cristianismo. Incluso la Gran Pirámide ha sufrido a lo largo de los siglos la sustracción de su revestimiento de blanca piedra caliza de Tura (Egipto).
La descripción de las Maravillas del Mundo Antiguo que sobrevivió al paso del tiempo, es un breve poema de Antípatro de Sidón, escrito probablemente alrededor del año 125 a.C., donde este poeta admira la belleza y grandiosidad de seis obras… si, tan solo seis; Antípatro describe los Jardines colgantes de Babilonia, la Estatua de Zeus en Olimpia; el Mausoleo de Halicarnaso; la Gran Pirámide de Egipto; el Coloso de Rodas y el Templo de Diana en Éfeso. La introducción del Faro de Alejandría dentro de la lista de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, corresponde a la modificación realizada a la lista en el siglo I a.C, esto también supone un problema ya que muchos pueden debatir si estas deben ser llamadas como maravillas.
Las listas originales son diferentes entre si; en una de ellas se incluye a la Puerta de Ishtar en lugar del Faro de Alejandría, y en otra, aparecen las murallas de Babilonia en lugar de los Jardines Colgantes. Como puede verse, la lista actual de las Siete Maravillas de la Antigüedad no es de autor único, sino más bien es el producto de la modificación de una lista original por diferentes autores. Además, otros autores intentaron incrementar la lista con obras que, en su criterio, podían considerarse como maravillas, aunque finalmente, el número de las mismas permaneció en siete. Una de los más conocidos intentos de agregar otra obra es la de la Torre de Babel o Zigurat de Babilonia.
Ni Antípatro ni Calímaco, emplearon jamás la palabra maravilla para describir estos monumentos colosales, sino que emplearon la palabra griega theamata, que quiere decir “cosa que debe ser vista” o “cosa que debe ser visitada”. Probablemente la palabra maravilla haya sido incorporada en una traducción en el medioevo, habiendo confundido la palabra theamata con el vocablo thaumata, que significa “maravilla”. Así que en la mitificación de estos siete monumentos de la Antigüedad, también tuvieron su cuota de responsabilidad los copistas de los monasterios medievales.
Sobre muchas de estas maravillas se conserva una breve descripción literaria, pero no su imagen real. Así, del Coloso de Rodas no se sabe exactamente cuál era su apariencia, aunque se tiene una idea aproximada gracias a que aparece representado en algunas monedas de su época; sí se descarta, debido al enorme tamaño que esto supondría, que tuviera las piernas abiertas sobre la entrada del puerto de Rodas, como representaciones posteriores han mostrado. Sobre el Faro y el Mausoleo existen dibujos y descripciones en monedas y del Templo de Artemisa se conoce su diseño con bastante exactitud gracias a la descripción dada por Plinio el Viejo, aunque hay discrepancias respecto a su tamaño.
La existencia de los Jardines Colgantes no ha sido verificada y el que muchos relatos griegos sobre la Babilonia conquistada por Alejandro Magno no los mencionaran hacía pensar que fueron fantasías de los soldados alejandrinos al llegar a las exuberantes riberas del Éufrates, tras haber transitado por inmensas regiones áridas y desérticas en su marcha por el Imperio persa. Sin embargo, excavaciones arqueológicas han encontrado cimientos de una gran construcción y el sistema de riego, a unos cientos de metros de donde los sitúa la tradición iniciada por el historiador griego Estrabón, por lo que su existencia se tiene por probable.
De las siete maravillas sólo tres fueron destruidas por causas naturales: el Faro de Alejandría, el Coloso y el Mausoleo, que fueron víctimas de terremotos. El Artemision de Efeso fue destruido por vandalismo humano, y debemos suponer que otras dos también, los jardines colgantes de Babilonia, reducidos a ruinas junto con la ciudad, y la estatua de Zeus en Olimpia destruida para evitar el culto pagano después de que el imperio romano se convirtiera al cristianismo. Incluso la Gran Pirámide ha sufrido a lo largo de los siglos la sustracción de su revestimiento de blanca piedra caliza de Tura (Egipto).
La descripción de las Maravillas del Mundo Antiguo que sobrevivió al paso del tiempo, es un breve poema de Antípatro de Sidón, escrito probablemente alrededor del año 125 a.C., donde este poeta admira la belleza y grandiosidad de seis obras… si, tan solo seis; Antípatro describe los Jardines colgantes de Babilonia, la Estatua de Zeus en Olimpia; el Mausoleo de Halicarnaso; la Gran Pirámide de Egipto; el Coloso de Rodas y el Templo de Diana en Éfeso. La introducción del Faro de Alejandría dentro de la lista de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, corresponde a la modificación realizada a la lista en el siglo I a.C, esto también supone un problema ya que muchos pueden debatir si estas deben ser llamadas como maravillas.
Las listas originales son diferentes entre si; en una de ellas se incluye a la Puerta de Ishtar en lugar del Faro de Alejandría, y en otra, aparecen las murallas de Babilonia en lugar de los Jardines Colgantes. Como puede verse, la lista actual de las Siete Maravillas de la Antigüedad no es de autor único, sino más bien es el producto de la modificación de una lista original por diferentes autores. Además, otros autores intentaron incrementar la lista con obras que, en su criterio, podían considerarse como maravillas, aunque finalmente, el número de las mismas permaneció en siete. Una de los más conocidos intentos de agregar otra obra es la de la Torre de Babel o Zigurat de Babilonia.
Ni Antípatro ni Calímaco, emplearon jamás la palabra maravilla para describir estos monumentos colosales, sino que emplearon la palabra griega theamata, que quiere decir “cosa que debe ser vista” o “cosa que debe ser visitada”. Probablemente la palabra maravilla haya sido incorporada en una traducción en el medioevo, habiendo confundido la palabra theamata con el vocablo thaumata, que significa “maravilla”. Así que en la mitificación de estos siete monumentos de la Antigüedad, también tuvieron su cuota de responsabilidad los copistas de los monasterios medievales.